Defender la Educación Pública es garantizar el acceso de los sectores populares a la cultura y la educación, algo a los que no se puede ni se debe renunciar. Permite aprender y practicar un modelo democrático.
La Educación Pública está centrada en el alumnado, abordando su desarrollo integral, es inclusiva y atiende la diversidad, respeta la libertad de conciencia del alumnado, no tiene un ideario particular o confesional y respeta la diversidad afectivo-sexual. Se trabaja, entre otros muchos temas, la prevención del acoso y la violencia hacia las mujeres, desde los proyectos de Centro, con la participación de las Familias.
La educación pública va unida a la democracia, y por ello fue impulsada durante la II República y en la actual democracia. El sistema público ofrece más calidad docente y es menos costoso para las familias. Los centros públicos son más económicos y son mejores porque utilizan los impuestos y los recursos de forma eficaz, ya que no se pretende obtener rentabilidad económica como la privada y privada concertada, sino ofrecer un servicio público. Está impartida esencialmente por personal funcionario, lo que garantiza la libertad de cátedra y no a un ideario o a una doctrina religiosa. El sistema educativo público garantiza la transparencia, el cumplimiento de las leyes y el ejercicio de las libertades fundamentales.
Destruir este modelo es el objetivo de los gobiernos conservadores y el capitalismo en sus últimas versiones, que hacen de la educación pública el objeto de su rapiña. Por ello:
Ante una sociedad acrítica, moldeable y permeable a un discurso reaccionario, insolidario, machista e individualista, la educación es un motor de cambio; fortalecer la educación pública es la mejor herramienta para el progreso y la transformación social.
¡Matricúlate en la pública! #MejorLaPública